"No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad" (Juan 17:16-17)
Posiblemente una de las batallas más encarnizadas que han debido librar los teólogos y pastores cristianos durante los dos últimos años haya sido la entablada contra el liberalismo teológico. Nacido, junto con el liberalismo político y económico, a finales del s. XVIII su finalidad era someter a critica el texto de la Biblia y desproveerlo de todo lo que se considerara falto de verosimilitud o de autenticidad. Como era fácil de suponer, el intento de juzgar la Palabra de Dios en lugar de permitir que fuera ésta la que juzgara la vida de las personas tuvo penosas consecuencias. No sólo se comenzaron a negar aquellas doctrinas bíblicas que se consideraron carentes de base real (divinidad de Cristo, sacrificio expiatorio de éste, etc.) sino que además se insistió en que las Escrituras no eran inerrantes conteniendo errores y mitos. Como forma de fundamentar semejantes afirmaciones se recurrió al argumento de que ni siquiera podía creerse en que los autores de los libros de la Biblia eran los señalados por el texto sagrado.
Las consecuencias del liberalismo teológico no se hicieron esperar. En las iglesias evangélicas, donde penetró, significó el inicio de una agonía que concluyó, por regla general, con la muerte espiritual de buena parte de la denominación. Por lo que se refiere a la iglesia católica, tras un breve forcejeo inicial, el liberalismo teológico fue incorporado en su seno. Si para el protestantismo la negación de la Biblia significaba un golpe mortal, para la iglesia católica podía resultar incluso beneficiosa. De hecho, al no resultar fiables los datos proporcionados por la Escritura aún resultaba más necesaria una guía teológica extrabíblica como era la autoridad del papa. En ese sentido, no debe extrañar que, desde hace décadas, la teología liberal -referida a la Escritura- sea enseñada en los seminarios católicos y forme parte sustancial de las notas y comentarios en sus ediciones de la Biblia.
La huella del liberalismo teológico -contra el que se alzó a inicios del S.XX el ahora tan injustamente denostado movimiento fundamentalista- se deja sentir vez tras vez en las notas e introducciones de la VP y de esa manera contribuye a socavar peligrosamente la fe en las Escrituras como Palabra de Dios, y a preparar el camino para la aceptación futura de una autoridad espiritual no sustentada en la Biblia.
Según la VP el Pentateuco no fue escrito por Moisés
Las Escrituras son muy claras a la hora de afirmar que los cinco primeros libros de la Biblia -el denominado Pentateuco- fueron obra de Moisés. En el mismo Pentateuco se indica que Moisés lo escribió (Ex 17:14; 24:4; 34:27; Núm. 33:1-2; Deut 31:9 y 22) y este testimonio es repetido en otras partes del Antiguo Testamento (Josué 1:7-8; Jue. 3:4; 1 Reyes 2:3; 2 Reyes 14:6; 21:8; 2 Crónicas 25:4; Esdras 6:16). Por si fuera poco, el testimonio de Jesús (Mateo 8:4; Marcos 7:10; 10:5; Lucas 20:37; Juan 5:47; 7:19, etc.) y de los apóstoles (Hechos 3:22; 15:5-21, etc.) es unánime al respecto: el autor del Pentateuco fue el que señala la Biblia, es decir, Moisés. Pese a tan evidente afirmación, la VP se permite negarlo y señalar que el Pentateuco no fue concluido en el S. XV A.C. (el siglo de Moisés) sino un milenio después.
"Basados en estos y otros indicios, los estudiosos modernos de la Biblia, en su gran mayoría consideran que el Pentateuco no fue escrito de una sola vez, sino que su redacción final se sitúa al término de una larga historia. Al comienzo de esa historia se destaca la figura de Moisés, el libertador y legislador de Israel, que marcó con sello indeleble el espíritu y la trayectoria histórica de su pueblo. Al final del proceso se encuentra el Pentateuco en su forma actual. Su redacción definitiva puede situarse, con bastante certeza, en tiempos de Esdras (siglo V A. C.). Entre estos dos límites está el trabajo de los autores inspirados que recogieron, ordenaron y pusieron por escrito las narraciones y las colecciones de leyes, muchas de las cuales se habían transmitido oralmente a través de los siglos. Por tanto, reconocer la paternidad mosaica del Pentateuco no equivale a afirmar que Moisés fue el autor material de cada uno de los textos, sino que el legado espiritual de Moisés fue acogido por el pueblo de Israel como una herencia viva. Esta herencia fue transmitida fielmente pero también se fue ampliando y enriqueciendo a través de los siglos" (p. 20 de la VP 1995).
Según la VP los libros escritos no fueron escritos por los profetas.
Al igual que Moisés, los profetas han constituido uno de los blancos preferidos de la teología liberal. No sólo se ha insistido vez tras vez en el hecho de que ellos no fueron los autores de los libros de la Biblia que llevan su nombre sino que además se ha cuestionado -como ya tuvimos ocasión de ver- que las profecías mesiánicas se cumplieran en Jesús o siquiera fueran mesiánicas. Como tendremos ocasión de ver en las siguientes páginas, la VP también suscribe esos puntos de vista, y no sólo niega la autoría de algunos de los libros proféticos, en todo o en parte, sino que además anota las profecías mesiánicas de tal manera que pierdan su condición de tales.
a) Isaías no escribió todo el libro de Isaías:
La teología liberal ha insistido en que el libro de Isaías sólo fue escrito por este profeta parcialmente. Según la misma, mientras que los primeros capítulos, en todo o en parte, podían atribuirse a él, a partir del capítulo 40 nos encontraríamos con la obra de distintos autores del S. VI A. de C., es decir, posteriores al menos en dos siglos a Isaías. El Nuevo Testamento niega rotundamente esta posibilidad y así atribuye a Isaías textos cuya autoría niega la teología liberal (Mateo 3:3 cita de Isaías 40:3: Lucas 4 de Isaías 61:1 ss; Mateo 8:17 de Isaías 53:4; Mateo 12:17 de Isaías 42:14). Una vez más se impone la disyuntiva de elegir entre el testimonio de la Biblia y el de la teología liberal, una vez más la VP se ha decantado en favor de la última.
"La segunda sección del libro de Isaías (caps. 40-55) se abre con un mensaje de consolación a los israelitas deportados a Babilonia (40:1). Ya no se escuchan palabras de juicio y de condenación, sino que el profeta anuncia a los exiliados, en nombre del Señor, que muy pronto serían devueltos a la patria de la que habían sido desterrados" (p. 857).
"La tercera y última parte (caps. 56-66) contiene mensajes proféticos referidos a temas diversos: advertencias sobre el verdadero ayuno (58:1-12) y la observancia del sábado (58:13-14), críticas a los malos gobernantes (56:9-12), denuncias del falso culto y de perversiones morales y religiosas (57:4-5, 9; 65:4; 66:3). Esto hace pensar que los destinatarios de estos mensajes proféticos ya no eran, como en la segunda parte, los deportados a Babilonia, sino los que habían regresado a su patria y luchaban por reconstruir la nación en medio de dificultades internas y de amenazas externas" (p. 858).
b) Daniel no fue escrito por Daniel:
Dentro de los textos cuya autoría ha sido negada de manera especial por los autores liberales se encuentra el libro de Daniel. El propio Jesús lo atribuye a Daniel, un profeta del S. VI A.C. (Mateo 24:15) Por el contrario, la teología liberal insiste en que no fue escrito sino en el S. II A.C., por un autor desconocido. Por lo tanto, sus profecías no son tales porque la obra fue redactada con posterioridad. Puesta a escoger entre la enseñanza de Jesús y la teología liberal, la VP ha vuelto a optar por la segunda.
"En lo que respecta a la fecha de composición del libro, las opiniones están divididas. Algunos piensan que fue redactado durante el exilio en Babilonia, y otros en la época de los macabeos (véase la Tabla cronológica). En favor de esta segunda fecha están las referencias bastante evidentes a la profanación del templo de Jerusalén por parte de este monarca helenista, y a la consiguiente persecución de los israelitas (9:27; 11:30-35). Pero estas claras alusiones contrastan de manera notable con la vaga referencia a su muerte (11:45), ocurrido en el 164 A.C. Esto hace pensar que la redacción definitiva del libro se llevó a cabo poco antes de la muerte de Antioco IV, es decir, hacia el año 165 A.C." (p. 1098).
c) Zacarías no escribió todo el libro de Zacarías:
Al igual que sucede con Isaías o Daniel, la autoría de Zacarías ha sido también negada por la teología liberal que atribuye la segunda parte del libro a un autor desconocido y del S. IV A.C... Una vez más, la VP ha seguido las directrices del liberalismo teológico.
"Por eso muchos intérpretes consideran que la segunda parte del libro fue redactada en fecha posterior, quizá después del paso triunfal de Alejandro Magno por las regiones costeras de Siria, Fenicia, Palestina y Filistea, es decir, después del año 330 A. C." (p. 1205).
Según la VP las profecías mesiánicas no fueron tales como hemos podido ver en las páginas anteriores, el respeto que los autores de las notas de la VP evidencian en relación con los datos que contiene la Biblia acerca de los autores de sus libros es prácticamente nulo. No sólo eso. Incluso se permiten preferir las tesis de la teología liberal a la clara enseñanza de Jesús, el Hijo de Dios. Partiendo de esa base no debería sorprendernos que las profecías mesiánicas cumplidas en Él queden oscurecidas de tal manera - entre otras razones porque se atribuyen a otro personaje - que nadie que no conozca previamente las Escrituras pueda percatarse de su realización. Veamos algunos ejemplos de esta conducta.
a. Isaías 7:14 no fue una profecía mesiánica:
"La identificación de este niño ha sido objeto de muchas discusiones, pero la gran mayoría de los intérpretes modernos considera que la señal dada por el profeta (véase Is 7:11 nota m) debió ser un acontecimiento cercano... Por tanto, la madre del niño debió ser una mujer conocida de Ahaz, muy probablemente su propia esposa" (p. 868).
Pese al testimonio evidente del evangelista Mateo (Mateo 1:22-23) la VP sostiene que no se trata de una profecía mesiánica y que la "mujer" (no la virgen) no fue María sino quizá la esposa de Ahaz.
b. El Salmo 22 no es una profecía mesiánica.
La VP no sólo ha mutilado el pasaje de Mateo 27:35 donde se ve que Jesús cumplió este salmo, sino que además omite cualquier referencia a su carácter mesiánico.
c. El Salmo 45 originalmente no fue un texto mesiánico:
"Salmo real, pero diferente de los demás porque no es una plegaria dirigida al Señor, sino un poema en honor del rey. Fue compuesto para las bodas de un monarca israelita con una princesa de la ciudad fenicia de Tiro (cf. v. 12 (13) y R 16:31), pero el bello elogio del rey hizo que pronto todo el poema se aplicara al Mesías" (p. 702). Pese al testimonio claro de Hebreos 1:8 donde se puede ver que el texto es mesiánico, la VP lo identifica con un poema en honor de un rey. Lo necio de semejante afirmación queda de manifiesto cuando uno comprueba que la persona a la que se dirige el Salmo es llamada "Dios" (v. 6-7), algo intolerable en el caso de un rey, pero comprensible en el del Mesías cuya deidad es afirmada en otros pasajes de Antiguo Testamento (Isaías 9:6).
d. Zacarías 12:10 no es una profecía mesiánica:
"Al que traspasaron: alusión a algún rey o profeta asesinado por el pueblo, aunque no hay información suficiente para identificarlo con precisión" (p. 1216). Desechando el testimonio del propio evangelista Juan (Juan 19:37) que identifica al Jehová traspasado con Jesús, la VP señala que no puede afirmarse con precisión a quien se refiere el texto de Zacarías.
e. Isaías 61:1 no es una profecía mesiánica:
"61:1-62.12 El profeta se presenta aquí como el portavoz de Dios, enviado para anunciar a los pobres un mensaje de liberación" (p. 937). Contra la afirmación del propio Jesucristo (Lucas 4:18-21), la VP se permite afirmar que el texto no es una profecía mesiánica y que hace referencia sólo al profeta.
f. Daniel 9:26 no es una profecía mesiánica:
"9:26. Este jefe consagrado (lit. Ungido) parece ser el sumo sacerdote judío Onías III, asesinado en el año 170 A. C. Cf. 2 Mac. 4:30-38." Siguiendo la teología liberal, el anotador (o anotadores) de la VP se niegan a ver en este pasaje una referencia a la muerte del Mesías y lo aplican a un personaje tan secundario como Onías III.
Según la VP las epístolas no fueron escritas por los apóstoles
La teología liberal no sólo cuestionó los datos que la Biblia proporciona acerca del Antiguo Testamento sino que además atribuyó, de manera casi inmediata, el carácter de falsificaciones a los escritos del Nuevo Testamento. Pocos de éstos, según el liberalismo teológico, habían sido redactados por sus autores ya que, en realidad, se debían a la mano de otros personajes anónimos que se habían ocultado bajo los mismos. La VP - ¿puede sorprender a alguien a estas alturas? - acepta como válidos esos puntos de vista.
a) Algunas cartas del Nuevo Testamento no fueron escritas por sus autores:
"Pero también hay que tener en cuenta una práctica común en esa época: la conocida con el nombre de seudonimia o seudoepigrafía. A veces un autor (para nosotros desconocido) escribía usando el nombre de un personaje de reconocida autoridad, bien fuera para recoger por escrito las ideas expresadas por ese otro personaje o para interpretarlas, dándoles él realmente la forma literaria siendo él el verdadero responsable del contenido. Esto solía hacerse incluso después de la muerte del supuesto autor. Diversos exégetas actuales piensan que este es el caso de algunas de las cartas del NT, como se indicará oportunamente. Este hecho no disminuye la autoridad ni el valor religioso de estos escritos" (p. 1698).
b) Efesios no fue escrita por Pablo:
"Algunos, en cambio, piensan que aquí tenemos el caso de un autor anónimo que utiliza un procedimiento literario conocido en esa época: escribe en nombre de Pablo, basando su propia exposición en la doctrina enseñada por el apóstol" (p. 1770). Pese al testimonio obvio de Efesios 1:1 y a la evidencia interna de la carta, la VP reproduce las tesis de la teología liberal.
c) Colosenses no fue escrita por Pablo:
Otros consideran que la carta pudo haber sido escrita por un discípulo de Pablo, incluso después de la muerte de éste" (p. 1787). Pese al testimonio claro de Colosenses 1:1 y a la irrefutable evidencia interna, la VP no tiene reparos en reproducir la tesis liberal sobre la autoría de Colosenses.
d) 2 Tesalonicenses no fue escrita por Pablo:
"La falta de referencia a la primera carta, y otras características literarias y de contenido han llevado a algunos a opinar que esta carta, a pesar del paralelismo con 1 Tes., pudo haber sido escrita por algún discípulo de Pablo, después de la muerte de éste" (p. 1801). A pesar del testimonio obvio de 2 Tesalonicenses 1:1 y el resto de la evidencia interna, la VP no duda en reproducir la tesis liberal sobre la autoría de 2 Tesalonicenses.
e) Las cartas pastorales no fueron escritas por Pablo:
"Sin embargo, muchos otros piensan que las cartas pastorales corresponden a una situación posterior al tiempo en que Pablo vivió, y que fueron escritas por un discípulo de Pablo, según procedimiento literario usado en esa época (véase Introducción las cartas). En este supuesto, las cartas pastorales pueden haber sido escritas a fines del siglo 1" (p. 1805). A pesar de pasajes tan obvios como I Timoteo 1:1-2; 2 Timoteo 2:1-2; 4:1-22; Tito 1:1, etc.) y de la abundantísima evidencia interna, la VP no vacila en reproducir las tesis liberales sobre la autoría de las últimas cartas de Pablo.
f) La II de Pedro no fue escrita por Pedro:
".. Muchos piensan que este escrito es el más tardío del Nuevo Testamento, compuesto quizás a principios del siglo II. Su autor pudo haber sido algún maestro cristiano que apeló a la autoridad de Pedro, para dar mayor autoridad a su enseñanza. Este procedimiento literario era común en esa época" (p. 1857). A pesar del testimonio de 2 Pedro 1:1; 1:16-8, etc., y de la evidencia interna, la VP no duda en incluir la tesis liberal sobre la autoría de la 2da carta de Pedro.
En la VP se corre un velo sobre las actividades del Diablo. Característica casi enfermiza - pero, sin duda, nada extraña - de la teología liberal ha sido la de intentar hacer desaparecer al Diablo de la reflexión teológica. El mismo ha sido descrito en repetidas ocasiones por los autores liberales como un ser mitológico sin existencia real (y, por lo tanto, del que no hay que guardarse), mencionado en la Biblia muy tardíamente y que no necesariamente se encuentra en malas relaciones con Dios siquiera en algunos pasajes. La VP recoge en sus comentarios estos aspectos de la teología liberal.
a. Satanás no se había rebelado contra Dios, sino que esa característica será añadida por el Nuevo Testamento:
"Ángel acusador: lit. el satán (cf. Job 1:7-12; 2:1-7). Esta figura no tiene aún todas las características asignadas a Satanás en el NT (véase Índice temático). Aquí no se trata de un ser demoníaco, rebelde contra Dios, sino de un ser celestial, que integra la corte del Señor y dialoga familiarmente con él, pero que trata de perjudicar a los seres humanos" Como puede verse se indica que Satanás es una creación humana que ha experimentado una evolución.
Según la teología liberal de la VP, la imagen negativa de él es clara en el Nuevo Testamento pero no en el Antiguo.
b) La caída de Satanás es suprimida y se afirma que es una referencia mitológica utilizada por Isaías:
"Aquí se compara al rey de Babilonia con el lucero del amanecer, astro que los cananeos tenían por un dios que había querido ponerse a la cabeza de los demás dioses (v. 13). Ese dios, según creían los cananeos habitaba en un monte ubicado en un lejano punto en el norte. Con esta imagen, el autor ridiculiza el orgullo y la arrogancia del rey de Babilonia, insinuando que también él será derribado como aquel dios pagano. Cf. el pasaje sobre la caída del rey de Tiro en Ez 28:11-19"
c) Se suprime una vez más la referencia a la caída de Satanás. Ezequiel 28:11-19 - pese a ser mencionado en la nota a Isaías 14:12-15 - carece de comentario.
d) La referencia a Satanás se interpreta como un deseo de no culpar a Dios del mal. I Crónicas 21:1.
"Mientras que aquí se habla del ángel acusador (lit. satán), el texto paralelo de 2 Sam. 24:1 dice: el Señor volvió a encenderse en ira contra los israelitas. Este cambio trata de evitar que el mal sea atribuido directamente a Dios." En otras palabras, ¡Dios es el que hace el mal pero el autor del texto bíblico intenta evitar que nos demos cuenta de ello y culpa a Satanás!
Según la VP el Espíritu Santo carece de personalidad en el Antiguo Testamento
Finalmente, y dentro del amplio cuadro de aberraciones doctrinales a las que da cabida la VP, hay que señalar alguna de las referentes al Espíritu Santo. Para empezar, el mismo no sólo es escrito con minúscula en el Antiguo Testamento. Los defensores de esta versión señalan que ese uso está justificado dada la ausencia de diferencias entre mayúsculas y minúsculas en el hebreo, pero semejante argumento no deja de carecer de la más mínima base. De seguirse de manera consecuente obligaría a escribir 'david" y no "David," "salomón" y no "Salomón" y "jehová" y no "Jehová." La razón fundamental por la que el Espíritu se convierte en el "espíritu" en buen número de pasajes de la VP es que los que han intervenido en la elaboración de tan lamentable texto tienen la intención de negar que el Espíritu Santo es una persona divina y la de afirmar -como los testigos de Jehová- que se trata de una fuerza carente de personalidad como el viento. Que así queda de manifiesto en algunas notas como la correspondiente a Génesis 1, 2.
Tras escribir en el texto "el espíritu de Dios" se afirma: "La palabra hebrea traducida por espíritu puede significar también viento, soplo o aliento. Además, la expresión de Dios se utiliza a veces en el AT como complemento para expresar el superlativo (cf. Gn 10:9, donde gran cazador es lit. cazador de Dios). Por eso, algunos intérpretes consideran que la parte final de éste v. significa un fuerte viento iba y venía sobre las aguas."
Las características de la presente obra no nos permiten extendernos más en este y otros aspectos de la VP que hemos abordado en los capítulos anteriores. No obstante, los ejemplos mostrados constituyen una evidencia más que suficiente para señalar que la mencionada versión es un ejemplo lamentable de como jamás tratarían el texto de las Escrituras personas que lo amaran verdaderamente y que consideraran que todo lo contenido en el mismo es verdad.
En primer lugar, la VP mutila toda una serie de pasajes donde se afirman verdades esenciales al cristianismo como la divinidad de Cristo, la doctrina del sacrificio expiatorio de Cristo o el cumplimiento de profecías mesiánicas.
En segundo lugar, tergiversa el contenido de pasajes relativos a la vida cristiana en temas tan importantes como la oración o la sexualidad.
En tercer lugar, se muestra servilmente condescendiente con la teología católica y adventista.
En cuarto lugar, da una visión liberal de la teología que se traduce, entre otras cosas en oscurecer las profecías cumplidas en Jesús como Mesías, en privar de personalidad al Espíritu Santo, en oscurecer el siniestro papel del Diablo asimilándolo a una creación mitológica y en afirmar que buen numero de las afirmaciones de la Escritura - afirmaciones refrendadas por el testimonio directo de Cristo y de su apóstoles- son mentira.
En todos estos sentidos, la VP no sólo contiene afirmaciones claramente blasfemas (¿se puede considerar de otra manera el preferir las tesis liberales sobre la autoría de los libros de la Biblia a las enseñanzas de Jesús?) sino que intenta desvirtuar el puro mensaje de la Escritura, sustituyéndolo por opiniones de hombres, opiniones que además son claramente contrarías a la enseñanza bíblica. Los siguientes capítulos estarán dedicados a mostrar cuáles son las raíces de las que procede un fruto tan amargo.
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