Cristo es el único Camino Juan 14:6

viernes, 7 de octubre de 2011

La confiabilidad y Veracidad de las Escrituras


La Prueba Bibliográfica para la Confiabilidad del Antiguo Testamento.
En el caso del A. T. no tenemos la abundancia de autoridad manuscrita próxima como en el caso del N. T. Hasta el descubrimiento reciente de los Rollos del Mar Muerto, el manuscrito hebreo existente más antiguo era de alrededor de 900 D. C. Esto significaba un periodo de tiempo intermedio de 1.300 años (el A. T. hebreo fue completado alrededor de 400 A. C.). A primera vista pudiera parecer que el A. T. no es más digno de confianza que otro tipo de literatura antigua. (Ver página 48 para una comparación con la literatura secular).
Con el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto, se ha hallado un número de manuscritos del A. T. que los eruditos afirman ser anteriores al tiempo de Cristo.
Cuando se conocen los hechos y se comparan, hay una abundancia abrumadora de razones por las cuales podemos creer que los manuscritos que poseemos son dignos de confianza. Veremos, como lo ha declarado Sir Frederic Kenyon, que “el cristiano puede tomar la Biblia en su mano y decir sin temor o vacilación que tiene en ella la verdadera Palabra de Dios, transmitida sin pérdida esencial, de generación en generación, a través de los siglos.”
Primero, con el fin de ver la singularidad de la Escritura en su confiabilidad, uno necesita examinar el cuidado extremo con que los copistas transcribieron los manuscritos del A. T.

1C. LOS TALMUDISTAS (100-500 D. C.)
Durante este periodo se empleó mucho tiempo en catalogar la ley civil y canónica hebrea. Los talmudistas tenían un sistema bastante intrincado para la transcripción de los rollos de la sinagoga.
Samuel Davidson describe algunas de las disciplinas de los talmudistas en lo referente a las Escrituras. Estas minuciosas prescripciones (voy a utilizar la numeración incorporada por Geisler y Nix).
Son como sigue: “[1] Un rollo de la sinagoga debe estar escrito sobre las pieles de animales limpios, [2] preparadas para el uso particular de la sinagoga por un judío. [3] Estas deben estar unidas mediante tiras sacadas de animales limpios. [4] Cada piel debe contener un cierto número de columnas, igual a través de todo el códice. [5] La longitud de cada columna no debe ser menor de 48 ni mayor de 60 líneas; y el ancho debe consistir de treinta letras. [6] La copia entera debe ser rayada con anticipación; y si se escriben tres palabras sin una línea, no tiene valor. [7] La tinta debe ser negra, ni roja, verde, ni de ningún otro color, y debe ser preparada de acuerdo a una receta definida. [8] Una copia auténtica debe ser el modelo, de la cual el transcriptor no debiera desviarse en lo más mínimo. [9] Ninguna palabra o letra, ni aún una jota, debe escribirse de memoria, sin que el escriba haya mirado al códice que está frente a él . . . [10] Entre cada consonante debe intervenir el espacio de un pelo o de un hilo; [11] Entre cada nueva parashah, o sección, debe haber el espacio de nueve consonantes; [12] entre cada libro, tres líneas. [13] El quinto libro de Moisés debe terminar exactamente con una línea; aun cuando no rige la misma exigencia para el resto. [14] Además de esto, el copista debe sentarse con vestimenta judía completa, [15] lavar su cuerpo entero, [16] no comenzar a escribir el nombre de Dios con una pluma que acaba de untarse en tinta [17] y si un rey le dirigiera la palabra mientras está escribiendo ese nombre, no debe prestarle atención.”
Davidson añade que “Los rollos en los cuales no se observan estas reglas son condenados a ser sepultados en la tierra o a ser quemados; o se les excluye a las escuelas, para que se les use como libros de lectura.”
¿Por qué no contamos con manuscritos más antiguos? La misma ausencia de manuscritos antiguos, cuando se toman en cuenta las reglas y precisión de los copistas, confirma la confiabilidad de las copias que tenemos en la actualidad los talmudistas estaban tan convencidos que cuando terminaban transcribiendo un manuscrito tenían un duplicado exacto, que le daban a la copia nueva igual autoridad.
Frederic Kenyon en Our Bible and The Ancient Manuscripts habla con mayor extensión sobre lo anterior y la destrucción de las copias más antíguas: “El mismo cuidado extremo que se daba a la transcripción de los manuscritos se halla también en el fondo de la desaparición de las copias más antiguas. Cuando un manuscrito había sido copiado con la exactitud prescrita por el Talmud, y había sido debidamente verificado, la copia era aceptada como auténtica y considerada como de igual valor con cualquier otra copia. Si todas eran exactamente correctas, la edad no significaba ventaja para un manuscrito; al contrario, la edad era una positiva desventaja, puesto que con el paso del tiempo un manuscrito estaba expuesto a sufrir mutilaciones o deterioro. Una copia deteriorada o imperfecta era condenada de una vez como inadecuada para ser usada.
“En cada sinagoga había una ‘Gheniza,’ o armario de madera, en el cual se colocaban los manuscritos desechados por defectuosos; y de estos receptáculos se han recobrado algunos de los más antiguos manuscritos existentes en la actualidad. De este modo, lejos de considerar una copia más antigua de las Escrituras como más valiosa, el hábito judío ha sido preferir la más nueva, por ser más perfecta y libre de perjuicios. Las copias más antiguas, una vez consignadas a la ‘Gheniza,’ naturalmente perecían, ya por descuido o por ser quemadas deliberadamente cuando la ‘Gheniza’ se llenaba demasiado.
“Por tanto, no debiera sorprendernos ni inquietarnos la ausencia de copias muy antiguas de la Biblia hebrea. Si, a las causas ya enumeradas, añadimos las repetidas persecuciones (que involucraban muchas veces la destrucción de la propiedad) a que han estado sujetos los judíos, existe otra buena razón para la desaparición de los manuscritos más antiguos, y los que restan deben ser aceptados en el sentido en que preservan aquello que únicamente profesan preservar - es decir, el texto masorético.”
“La reverencia por las Escrituras y la consideración por la pureza de su texto sagrado no se originaron después de la caída de Jerusalén.” 18/173
Uno puede retroceder hasta Esdras 7:6,10 en donde se dice que Esdras era un “escriba diligente”.
El era un profesional, experto en la Escritura.

2C. EL PERIODO MASORETICO (500-900 D. C.)
Los masoretas (de Masora, “Tradición”) aceptaron la laboriosa tarea de editar el texto y de establecer un patrón. Sus cuarteles generales estuvieron en Tiberias. El texto con el cual concluyeron los masoretas fue el llamado texto “masorético.” Este texto resultante tenía el añadido de puntos para las vocales con el fin de asegurar una apropiada pronunciación. Este texto masorético es en la actualidad el texto hebreo autorizado.
Los masoretas estaban bien disciplinados y trataron el texto “con la mayor reverencia imaginable, y pusieron en práctica un complicado sistema de salvaguardas contra deslices de los escribas. Contaban, por ejemplo, el número de veces que aparecía cada letra en cada uno de los libros; señalaron la letra central del Pentateuco y la letra central de la Biblia hebrea entera, e hicieron todavía cálculos más complicados que éstos. ‘Parece que se cuenta todo lo susceptible de ser contado,’ dice Wheeler Robinson (Ancient and English Versions of the Bible -1940- p. 29) y compusieron métodos mnemónicos mediante los cuales podían recordarse fácilmente los varios totales.”
Sir Frederic Kenyon dice que “Aparte de registrar variantes de lectura, tradición, o conjetura, los masoretas asumieron un número de cálculos que no entran en la esfera ordinaria de la crítica textual. Numeraron los versículos, palabras, y letras de cada libro. Calcularon la palabra media y la letra media de cada uno. Enumeraron los versículos que contenían todas las letras del alfabeto, o un cierto número de ellos; etc. Estas trivialidades, como con justicia podemos considerarlas, tuvieron sin embargo el efecto de asegurar atención minuciosa a la transmisión precisa del texto; y no son sino una excesiva manifestación de un respeto por las Sagradas Escrituras, lo que en sí no merece sino elogios. En verdad, los masoretas estaban ansiosos de que ni una jota ni un tilde, ni una letra muy pequeña, ni una parte pequeña de una letra, o de la ley fueran descuidadas o se perdieran.” 25/38

3C. CITAS Y OBSERVACIONES ACERCA DE LA CONFIABILIDAD DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Las brillantes observaciones de Robert Dick Wilson, (A Scientific Investigation of the Old Testament, Moody Press) hacen retroceder el asunto de la veracidad y confiabilidad de las Escrituras hasta el tiempo del Antiguo Testamento: “En 143 casos de transliteración del Egipcio, Asirio, Babilonio y Moabita al Hebreo, y en 40 casos de lo opuesto, es decir 184 en total, la evidencia demuestra que por 2300 a 3900 años el texto de los nombres propios en la Biblia hebrea ha sido transmitido con la más minuciosa precisión. El hecho de que los escribas originales los hubiesen escrito con tan estrecha conformidad a los correctos principios filológicos es una prueba maravillosa de su diligente cuidado y erudición; aún más, el que el texto hebreo hubiese sido transmitido por copistas a través de tantos siglos es un fenómeno inigualado en la historia de la literatura.” 48/71
Wilson añade que “Hay alrededor de cuarenta de estos reyes que vivieron desde el 2000 A. C. hasta el 400 A. C. Cada uno aparece en orden cronológico’. . . con referencia a los reyes del mismo país y con respecto a otros reyes de otros países. . . posiblemente no podría caber en la imaginación una evidencia más fuerte de la precisión substancial del Antiguo Testamento que esta colección de reyes.’ Matemáticamente, es de una posibilidad en 750.000.000.000.000.000.000.000 que esta precisión  fuese una mera circunstancia.” 48/70-71
A causa de la evidencia, Wilson concluye: “La prueba de que las copias de los documentos originales han sido transmitidas con substancial corrección durante más de 2.000 años no puede ser negada. Que las copias en existencia 2.000 años antes hubiesen sido transmitidas del mismo modo de los originales no es meramente posible, sino, como lo hemos demostrado, parece probable por las analogías de documentos babilónicos existentes hoy, de los cuales tenemos originales y copias, con millares de años de diferencia, y de veintenas de papiros que muestran, cuando se les compara con nuestras ediciones modernas de los clásicos, que han tomado lugar únicamente cambios menores en el texto en más de 2.000 años, y especialmente por la precisión científica y demostrable con la cual ha sido transmitida hasta nosotros la adecuada escritura de los nombres de reyes y de los numerosos términos extranjeros incrustados en el texto hebreo.” 48/85
F. F. Bruce cree que el “texto de base consonante de la Biblia hebrea que los masoretas editaron había sido transmitido hasta su tiempo con notable fidelidad durante un período de casi mil años.” 6/178
William Green concluye que “puede decirse con toda seguridad que ninguna otra obra de la antigüedad ha sido transmitida con tanta precisión.” 18/181
En lo concerniente a la precisión de la transmisión del texto hebreo, Atkinson, que fue Vice-bibliotecario de la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, dice que es “poco menos que milagrosa.”
El Rabino Aquiba, del siglo segundo D. C., que tenía el deseo de producir un texto exacto, dijo que “la transmisión precisa masorética del texto es un límite para la Torah.” 21/211

4C. EL TEXTO HEBREO
El Códice del Cairo (895 D. C.) se halla en el Museo Británico. Fue producido por la familia masorética de Moshe ben Ashen. Contiene los profetas posteriores y los anteriores. 6/115-116
Códice de los Profetas de Leningrado (916 D. C.) contiene Isaías, Jeremías, Ezequiel y los doce profetas menores.
El más antiguo manuscrito completo del Antiguo Testamento es el Códice Babilónico Petropalitano (1008 D. C.) que se encuentra en Leningrado. Fue preparado en base a un texto corregido del Rabino Aarón ben Moshe ben Asher antes de 1000 D. C. 14/250
El Códice Alef (900+ D. C.) es un manuscrito excepcionalmente valioso. Por un tiempo se le creyó perdido, pero fue redescubierto en 1958. No escapó al deterioro.
Códice del Museo Británico (950 D. C.) contiene parte de Génesis hasta Deuteronomio.
Códice de los profetas de Reuchlin (1105 D. C.). La preparación de este texto fue hecha por el masoreta ben Naphtali.

5C. EL TESTIMONIO DE LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO RESPECTO DE LA CONFIABILIDAD DE LAS ESCRITURAS HEBREAS
La gran pregunta fue formulada primeramente por Sir Frederic Kenyon, “¿Representa este texto hebreo, que nosotros llamamos masorético, y del cual hemos demostrado su descendencia de un texto proveniente de 100 D. C. aproximadamente, con fidelidad el texto hebreo tal como fue escrito originalmente por los autores de los libros del Antiguo Testamento?” 25/47
Los Rollos del Mar Muerto nos dan la respuesta clara y positiva.
El problema antes del descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto era, “¿Cuan precisas son las copias que tenemos en la actualidad del texto del primer siglo?” “¿Podemos confiar en el texto, siendo que éste ha sido copiado ya muchas veces”

¿Qué son Los Rollos del Mar Muerto?
Los Rollos están compuestos de unos 40.000 fragmentos inscritos. De estos fragmentos, se han reconstruido más de 500 libros.
Se descubrieron muchos libros y fragmentos extrá-biblicos que arrojaron luz sobre la comunidad religiosa de Qumran. Escritos tales como los “Documentos Zadokite”, un “Reglamento de la Comunidad” y el “Manual de Disciplina” nos ayudan a comprender el propósito y la vida cotidiana de Qumran. En las varias cavernas hay comentarios de las Escrituras que resultan de mucha ayuda.
¿Cómo se encontraron los Rollos del Mar Muerto?
Aquí me gustaría citar de Ralph Earle (How We Got Our Bible, Baker Book House), quien da una respuesta vivida y concisa en cuanto a cómo se descubrieron los Rollos:
“La historia de este descubrimiento es uno de los relatos más fascinantes de los tiempos modernos. En Febrero o Marzo de 1947 un pastor beduino cuyo nombre era Mahomed estaba empeñado en la búsqueda de una cabra perdida. Lanzó una piedra hacia el interior de una cueva en un cerro de la parte occidental del Mar Muerto, aproximadamente a 12 kilómetros al sur de Jericó. Ante su sorpresa, oyó el sonido de artículos de alfarería que se quebraban. AI investigar, descubrió un cuadro sorprendente. En el suelo de la caverna había varias vasijas de gran tamaño que contenían rollos de cuero, envueltos en tela de lino. A causa de que las vasijas estaban cuidadosamente selladas, los rollos se habían conservado en excelente condición durante casi 1.900 años. (Fueron colocados allí evidentemente en el 68 D. C.)
“Cinco de los rollos hallados en la caverna del Mar Muerto No. I, como se le conoce ahora, fueron comprados por el arzobispo del Monasterio Sirio Ortodoxo de Jerusalén. Mientras tanto, otros tres rollos fueron comprados por el Profesor Sukenit de la Universidad Hebrea del lugar.
“Cuando recién se descubrieron los rollos, no se les dio publicidad. En Noviembre de 1947, dos días después que el Profesor Sukenit adquirió tres rollos y dos vasijas provenientes de la caverna, anotó en su diario: “Pudiera ser que este fuese uno de los descubrimientos más grandes hechos en Palestina, un descubrimiento con el que ni soñábamos.” Pero estas significativas palabras no fueron publicadas en aquella ocasión.
“Afortunadamente, en Febrero de 1948, el arzobispo, que no podía leer hebreo, telefoneó a la Escuela Americana de Investigación Oriental en Jerusalén y contó lo referente a los rollos. Gracias a la buena providencia, el director del establecimiento en aquel entonces era un joven erudito de nombre John Trever, que también era un excelente fotógrafo aficionado. Mediante una ardua y dedicada labor consiguió fotografiar cada columna del gran rollo de Isaías, que tiene 8 metros de largo y 25 centímetros de altura. El mismo desarrolló los negativos y envió unas pocas copias por correo aéreo al Dr. W. F. Albright de la Universidad John Hopkins, que era ampliamente reconocido como el decano de los arqueólogos bíblicos americanos. A vuelta de correo, Albright escribió: ‘¡Mis calurosas felicitaciones por el mayor descubrimiento de manuscritos de los tiempos modernos! . . . ¡Qué descubrimiento más absolutamente increíble! Y felizmente no puede existir ni la más leve duda en el mundo respecto de la genuinidad del manuscrito.’ La fecha que él le estimó fue de 100 A. C.” 11/48-49
Trever cita algunas otras opiniones de Albright: “No hay duda en mi mente de que el escrito es más arcaico que el papiro Nash. . . Soy de opinión que su fecha es de alrededor de 100 A. C. . . .” 14/260
El Valor de los Rollos.
Los más antiguos manuscritos que teníamos eran de 900 D. C. en adelante. ¿De qué modo podíamos asegurarnos de su exacta transmisión desde el tiempo de Cristo en el año 32 D. C.? Ahora lo sabemos, gracias a la arqueología y a los Rollos del Mar Muerto. Uno de los rollos que se hallaron era un manuscrito completo del texto hebreo de Isaías los paleógrafos le asignan fecha de alrededor de 125 A. C. Este manuscrito resulta así más de 1000 años más antiguo que cualquier otro manuscrito que poseíamos anteriormente.
Los otros manuscritos bíblicos (de este hallazgo) son de entre 200 A. C. hasta 68 D. C.
El impacto de este descubrimiento consiste en la exactitud del rollo Isaías (125 A. C.) con el texto masorético de Isaías (916 D. C.) que es 1000 años posterior. Esto demuestra la desacostumbrada precisión de los copistas de la Escritura durante un período de más de mil años.
“De las 166 palabras de Isaías 53, hay solamente diecisiete letras cuestionadas. Diez de estas letras son una simple cuestión de deletreo, lo que no afecta el sentido. Otras cuatro letras son cambios menores de estilo, como es el caso de conjunciones. Las tres letras restantes comprenden la palabra ‘luz,’ que se añade en el versículo 11 y que no afecta grandemente el significado. De este modo, en un capitulo de 166 palabras, hay solamente una palabra en cuestión (tres letras) después de mil años de transmisión - y esta palabra no cambia grandemente el significado del pasaje.” 14/263
F. F. Brucé dice que “Un rollo incompleto de Isaías, hallado junto con los otros en la primera caverna de Qumran, al cual se le ha designado convenientemente como ‘Isaías’ concuerda más estrechamente todavía con el texto masorético.” 6/123
Gleason Archer declara que las copias de Isaías de la comunidad Qumrán “probaron ser idénticas, palabra por palabra, con nuestra versión hebrea autorizada en más de 95% del texto. El 5% de variación consistió mayormente de deslices obvios de la pluma y de variaciones en el deletreo.” 57/19
Millar Burrows (The Dead Sea Scrolls, p. 304) citado por Geisler y Nix concluye que “Es cosa que maravilla el hecho de que a través de algo así como mil años el texto haya tenido tan poca alteración. Como dije en mi primer artículo sobre el rollo, ‘Aquí yace su principal importancia, apoyando la fidelidad de la tradición masorética “’ 14/261

6C. LA SEPTUAGINTA VERIFICA LA GENUINIDAD DEL TEXTO HEBREO
Los judíos estaban esparcidos fuera de su tierra natal y se hacía necesario tener las Escrituras en la “lingua franca” de aquel tiempo. La Septuaginta (cuyo significado es ‘setenta’ y que comúnmente se abrevia usado los numerates romanos: LXX) fue el nombre que se le dio a la traducción griega de las Escrituras hebreas durante el reinado del rey Tolomeo Filadelfo, de Egipto (285-246 A. C.)  F. F. Bruce proporciona una interesante versión del origen del nombre de esta traducción. En una carta que da a entender haber sido escrita alrededor de 250 A. C. (dicho de manera más realista: poco tiempo antes del año 100 A. C.) por Aristeas, un oficial de la corte del rey Tolomeo a su hermano Filócrates:
“Tolomeo fue famoso como patrocinador de la literatura, y fue bajo su reinado que se inauguró la gran biblioteca de Alejandría, una de las maravillas culturales del mundo durante 900 años. La carta describe cómo Demetrio de Falero, que se dice fue el bibliotecario de Tolomeo, despertó el interés del rey en la ley judía y le aconsejó enviar una delegación al sumo sacerdote, Eleazar, a Jerusalén. El sumo sacerdote eligió como traductores seis ancianos de cada una de las doce tribus de Israel y los envió a Alejandría, junto con un hermoso pergamino de la Torah, especialmente preciso. Los ancianos fueron regiamente agasajados, y demostraron su sabiduría en el debate; luego constituyeron su residencia en una casa en la isla de Faros (isla que ya era famosa por su faro), donde en setenta y dos días completaron su tarea de traducir el Pentateuco al griego, presentando una versión convenida como resultado de conferencia y comparación.” 6/146-147
Puesto que la LXX está muy cerca del Texto Masorético que tenemos en la actualidad, ayuda a establecer la confiabilidad de su transmisión a través de 1300 años.
La LXX y las citas escriturales que se encuentran en los libros apócrifos de Eclesiástico, el libro de Jubileos, etc., proporcionan evidencia de que el texto hebreo actual es substancialmente el mismo que en el año 300 A. C.
Geisler y Nix, en su utilísima obra, A General Introduction to the Bible, mencionan cuatro importantes contribuciones de la Septuaginta. “[1] Estableció un puente sobre la separación religiosa existente entre las gentes de habla hebrea y las de habla griega, al satisfacer las necesidades de los judíos de Alejandría, [2] conectó la separación histórica entre el Antiguo Testamento hebreo de los judíos y los cristianos de habla griega, los que la usarían con su Nuevo Testamento, [3] y proveyó un precedente para que los misioneros hicieran traducciones de las Escrituras a los varios idiomas y dialectos; [4) vence el obstáculo de la crítica textual por medio de su substancial armonía con el texto del Antiguo Testamento hebreo (Alef, A. B, C, et al.).” 14/308
F. F. Bruce presenta varias razones por las cuales los judíos perdieron el interés en la Septuaginta:
1. “. . . fue porque desde el siglo primero D. C. en adelante los cristianos la adoptaron como su versión del Antiguo Testamento y la usaron libremente en su propagación y defensa de la fe cristiana. 6/150
2. “Otra razón para la pérdida del interés de los judíos en la Septuaginta yace en el hecho de que alrededor del 100 D. C. se estableció un texto revisado autorizado de la Biblia hebrea por eruditos judíos . . .” 6/151

7C. TEXTO SAMARITANO (siglo quinto A. C.)
Este texto contiene el Pentateuco y tiene valor para determinar las lecturas textuales. Bruce dice que “las variaciones entre el Pentateuco samaritano y la edición masorética (916 D. C.) De estos libros son totalmente insignificantes cuando se las compara con la zona de concordancia.” 6/122

8C. LOS TARGUMES (aparecen en forma escrita-copias, alrededor de 500 D. C.) Su significado básico es interpretación. Son paráfrasis del Antiguo Testamento.
Después que los judíos fueron llevados en cautividad, el idioma caldeo tomó el lugar del hebreo. Por consiguiente, los judíos necesitaban las Escrituras en el idioma que se hablaba entonces. Los principales targumes son [1] El Targum de Qnkelos (60 A. C., se le atribuye la paternidad de Onkelos, discípulo del gran erudito judío Hillel). Contiene el texto hebreo del Pentateuco. [21 El Targum de Jonathan ben Uzziel (30 A. C.7). Contiene los libros históricos y los profetas.
F. F. Bruce proporciona un fondo más interesante sobre los targumes: “. . . la práctica de acompañar la lectura pública de las Escrituras en la sinagoga con una paráfrasis oral en el arameo vernacular se desarrolló en los últimos siglos A. C. Naturalmente, cuando el hebreo estaba haciéndose menos y menos familiar a la gente común como idioma hablado, fue necesario proveerles de una interpretación del texto de la Escritura en un idioma que ellos conocían, si es que habían de comprender lo que se leyera. El oficial encargado de la presentación de esta paráfrasis oral recibía el nombre de “methurgeman” (traductor o intérprete) y la paráfrasis misma se llamaba un targum .
“...al methurgeman ... no se le permitía leer su interpretación de un rollo, pues la congregación podría erróneamente pensar que él estaba leyendo las Escrituras originales. Con el propósito de obtener mayor precisión, sin duda, se estableció más adelante que no deberían traducirse más de un versículo del Pentateuco y no más de tres de los profetas de una vez.
“En su debido tiempo estos Targumes se redujeron a la forma escrita.” 6/133

¿Que valor tienen los targumes?
J. Anderson en The Bible, the Word of God declara el valor que ellos tienen, diciendo: “La gran utilidad de los más antiguos targumes consiste en su vindicación de la genuinidad del texto hebreo, al probar que éste era el mismo en el período en que se hicieron los targumes, que el que existe entre nosotros en la actualidad.” 4/17

9C. LA MISHNA (200 D. C:.)
El significado es “explicación, enseñanza.” Contiene una colección de tradiciones judías y de exposiciones de la ley oral. Escrita en hebreo y considerada a menudo como la Segunda ley. 14/306
Las citas escriturales son muy similares al texto masorético y significan un testimonio de su confiabilidad.

10C. LOS GEMARAS (Palestino, 200 D. C.; Babilónico, 500 D. C.)
Estos comentarios (escritos en arameo) que se desarrollaron alrededor de la Mishna contribuyen a la confiabilidad textual del texto masorético.
La Mishna más el Gemara babilónico componen el Talmud babilónico.
Mishna + Gemara babil. = Talmud babilónico Mishna + Gemara palest. = Talmud palestino

9C. LA MISHNA (200 D. C:.)
El significado es “explicación, enseñanza.” Contiene una colección de tradiciones judías y de exposiciones de la ley oral. Escrita en hebreo y considerada a menudo como la Segunda ley. 14/306
Las citas escriturales son muy similares al texto masorético y significan un testimonio de su confiabilidad.

10C. LOS GEMARAS (Palestino, 200 D. C.; Babilónico, 500 D. C.)
Estos comentarios (escritos en arameo) que se desarrollaron alrededor de la Mishna contribuyen a la confiabilidad textual del texto masorético.
La Mishna más el Gemara babilónico componen el Talmud babilónico.
Mishna + Gemara babil. = Talmud babilónico Mishna + Gemara palest. = Talmud palestino

11C. EL MIDRASH (100 A. C. - 300 D. C.)
Este estaba compuesto de estudios doctrinales del texto hebreo del Antiguo Testamento. Las citas del Midrash son principalmente masoréticas.

12C. LA HEXAPLA (Séxtuple)
La producción de Orígenes (185-254 D. C.) de una armonía de los evangelios en seis columnas: textos de la LXX, Aquila, Teodacio, Simmaco, hebreo en letras hebreas y en letras griegas.
La Hexapla más los escritos de Josefo, Filón y los Documentos Zadokitas (literatura de la comunidad Qumrán del Mar Muerto) “rinden testimonio en cuanto a la existencia de un texto muy similar al masorético desde el 40 al 100 D. C.” 55/148

Prueba de la Evidencia Externa de la Confiabilidad de la Escritura

1C. AUTENTICIDAD COMPROBATORIA
“¿Confirman o niegan el testimonio interno provisto por los documentos mismos otros materiales históricos?” 34/31
En otras palabras, ¿qué otras fuentes existen aparte de la literatura bajo análisis que comprueban su precisión, confiabilidad y autenticidad?

Confirmación por la Arqueología.

 EVIDENCIA ARQUEOLOGICA
Neison Glueck, el afamado arqueólogo judío, escribió que “Puede declararse categóricamente que ningún descubrimiento arqueológico ha contradicho alguna referencia bíblica.” El prosiguió su declaración en cuanto a “la casi increíble precisión del registro histórico de la Biblia, la que resulta particularmente veraz cuando está respaldada por los hechos arqueológicos.” 15/31
William F. Albright, conocido por su reputación de ser uno de los grandes arqueólogos declara: ‘ No puede quedar duda que la arqueología ha confirmado la substancial historicidad de la tradición del Antiguo Testamento.” 64/176
Albright añade: “El excesivo escepticismo manifestado hacia la Biblia por importantes escuelas históricas de los siglos dieciocho y diecinueve, ciertas fases del cual todavía aparecen periódicamente, ha sido progresivamente desacreditado. Descubrimiento tras descubrimiento han establecido la exactitud de numerosos detalles, y han hecho crecer el reconocimiento del valor de la Biblia como fuente histórica.” 61/127-128
John Warwick Montgomery (“Evangelicals and Archaeology;’ derechos reservados por Christianity Today, usado con permiso) expone un problema típico de muchos eruditos de la actualidad: “Tomás Drobena, investigador del Instituto (Americano de Estudios de la Tierra Santa) advierte que donde la arqueología y la Biblia parecen estar en tensión, el asunto casi siempre se relaciona con fechas, que es la zona más débil de la arqueología corriente y en la cual los científicos a menudo reemplazan el sólido análisis empírico por razonamientos A PRIORI y circulares.” 60/47-48
El profesor H. H. Rowley (citado por Donald F. Wiseman en Revelation and the Bible, ed., Carl Henry, Baker Book House,1969) dice que “No es a causa de que los eruditos actuales comienzan con presuposiciones más conservadoras que sus predecesores el que ellos tengan un respeto mucho mayor por las historias patriarcales de lo que era común en otro tiempo, sino porque la evidencia lo garantiza.” 62/305
Merrill Unger (Archaeology and the New Testament, Zondervan Publishing House,1962) declara: “El papel que está desempañando la arqueología en la investigación acerca del Nuevo Testamento (lo mismo como en la del Antiguo Testamento) facilitando el estudio científico, balanceando la teoría crítica, ilustrando, elucidando, suplementando y autenticando el fondo histórico y cultural, constituye el punto brillante en el futuro de la crítica del texto sagrado.” 88/25-26
Millar Burrows de Yale observa: “La arqueología ha refutado en muchos casos los puntos de vista de los modernos críticos. Ha demostrado en varias ocasiones que estos puntos de vista descansan sobre suposiciones falsas e irreales, y sobre esquemas artificiales de desarrollo histórico (AS 1938, p. 182). Esta es una verdadera contribución, y no debe minimizarse.” 68/291
F.F. Bruce indica: “En aquellos puntos en que se ha sospechado de inexactitud en Lucas, y en los cuales la exactitud ha sido vindicada por alguna evidencia hallada en inscripciones, resulta legítimo decir que la arqueología ha confirmado el registro del Nuevo Testamento.” 86/331
Merrill Unger resume: “La arqueología del Antiguo Testamento ha redescubierto naciones enteras, ha resucitado pueblos importantes, y de la manera más asombrosa ha llenado las lagunas históricas, haciendo inmensurables añadiduras al conocimiento de los contextos bíblicos.”
William Albright continúa: “A medida que el estudio crítico de la Biblia sea más y más influenciado por el rico y nuevo material proveniente del Antiguo Cercano Oriente, veremos un constante crecimiento en el respeto por el significado histórico de pasajes y detalles del Antiguo Testamento que en la actualidad son descuidados o despreciados.” 2/81
Burrows expone la causa de una excesiva incredulidad: “El excesivo escepticismo de muchos teólogos liberales se deriva no de una cuidadosa evaluación de los datos disponibles, sino de una enorme predisposición contra lo sobrenatural.” 79/176
El arqueólogo de Yale añade a su anterior declaración: “En el todo, sin embargo, el trabajo arqueológico ha fortalecido incuestionablemente la confianza en la veracidad del registro escritural. Más de un arqueólogo ha visto crecer su respeto por la Biblia por causa de la experiencia de excavar en Palestina: “ 68/1
“En general, tales evidencias como las que nos ha proporcionado hasta aquí la arqueología, especialmente proveyendo manuscritos adicionales y más antiguos de los libros de la Biblia, fortalecen nuestra confianza en la exactitud con que el texto ha sido transmitido a través de los siglos.” 68/42
Sir Frederic Kenyon dice: “Es por consiguiente legítimo decir que, con respecto a aquella parte del Antiguo Testamento contra la cual estuvo principalmente dirigida la crítica desintegradora de la segunda mitad del siglo diecinueve, la evidencia de la arqueología ha servido para restablecer su autoridad, y de igual modo para aumentar su valor haciéndola más inteligible por medio de un conocimiento más pleno de su contexto y de sus deslindes. La arqueología no ha dicho todavía su última palabra; pero los resultados ya conseguidos confirman lo que sugeriría la fe: que la Biblia no puede hacer otra cosa sino ganar a consecuencia de un aumento del conocimiento: “ 56/279
La arqueología ha producido una abundancia de evidencia para substanciar la corrección de nuestro texto masorético. (ver página 58).
Bernard Ramm escribe referente al Sello de Jeremías: “La arqueología también nos ha dado evidencia respecto de la precisión substancial de nuestro texto masorético. El Sello de Jeremías, que era un sello que se usaba para estampar los sellos de resina en los jarros de vino, y que está fechado en los alrededores del primer o segundo siglo D. C., tiene grabado Jeremías 48:11 y, en general, está conforme al texto masorético. Este sello... confirma la precisión con que fue transmitido el texto entre el tiempo en que se hizo el sello y el tiempo en que se escribieron los manuscritos! Aun más, el Papiro Roberts, cuya fecha es del segundo siglo A. C., y el Papiro Nash, fechado por Albright antes de 100 A. C., confirman nuestro texto masorético.” 37/8-10
William Albright confirma los hallazgos del Dr. Ramm: “Podemos descansar seguros de que el texto consonante de la Biblia hebrea, aun cuando no infalible, ha sido preservado con una exactitud tal vez no igualada por ninguna otra literatura del Cercano Oriente . . . No, el flujo de luz que está siendo derramado sobre la poesía bíblica hebrea de todos los períodos mediante la literatura Ugarítica garantiza la relativa antigüedad de su composición lo mismo como su sorprendente precisión en la transmisión.” 63/25
El arqueólogo W. F. Albright (The Archaeology of Palestine, Pelican Books, 1960) escribe concerniente a la precisión de las Escrituras como resultante de la arqueología:
“El contenido de nuestro Pentateuco es, en general, mucho más antiguo que la fecha en que finalmente se editó; nuevos descubrimientos continúan confirmando la precisión histórica o la antigüedad literaria de un detalle tras otro .. . Es, por consiguiente, puro hipercriticismo negar el carácter claramente mosaico de la tradición del Pentateuco.” 61/224
Albright continúa (The Biblical Period from Abraham to Ezra, Harper,1960) diciendo que los críticos solían comentar de este modo: “Hasta hace poco era la moda entre los historiadores bíblicos tratar las leyendas patriarcales del Génesis como si fueran creaciones artificiales de los escribas israelitas de la Monarquía Dividida, o cuentos narrados por los imaginativos rapsodas junto a las fogatas de los campamentos israelitas durante los siglos que siguieron a la ocupación por ellos del país. Nombres eminentes entre los eruditos pueden citarse entre los que han considerado el contenido de Génesis 11 - 50 como producto de invención posterior, o como una retrogresión de eventos y acontecimientos bajo la monarquía en el pasado remoto, acerca del cual se pensaba que nada podía realmente haberse conocido por parte de los escritores de los días posteriores.” 67/1-2
Ahora todo ha cambiado, dice Albright: “Los descubrimientos arqueológicos desde 1925 han cambiado todo esto. Aparte de unos pocos testarudos entre los más viejos de los eruditos, escasamente podrá encontrarse un caso de un historiador bíblico que no haya sido impresionado por la rápida acumulación de información que apoya la substancial historicidad de la tradición patriarcal. De acuerdo a las tradiciones de Génesis, los antepasados de los israelitas estuvieron íntimamente relacionados con los pueblos seminómadas de Transjordania, Siria, la cuenca del Eufrates y el Norte de Arabia en los últimos siglos del segundo milenio A.C., y en los primeros siglos del primer milenio.” 67/1-1
Millar Burrows continúa: “Para ver la situación con claridad, debemos distinguir dos clases de confirmación: general y específica. La confirmación general es un asunto de compatibilidad sin corroboración definida de puntos particulares. Gran parte de las que ya se ha discutido como explicación e ilustración puede ser considerado también como confirmación general. El cuadro calza en su marco; la melodía y el acompañamiento son armoniosos. La fuerza de tal evidencia es acumulativa Mientras mayor es la cantidad de detalles en el cuadro del pasado presentado por la Biblia que descubrimos compatible con lo que sabemos de la arqueología, aun cuando el testimonio no sea directo, más fuerte es nuestra impresión de autenticidad general. La mera leyenda o ficción se traicionaría inevitablemente por anacronismos a incongruencias.” 68/278

1D. Ejemplos del Antiguo Testamento de Confirmación Arqueológica
1E. Génesis muestra que los antecesores de Israel vinieron de Mesopotamia. Es con este hecho con el cual concuerdan los hallazgos arqueológicos. Albright dice que es “más allá de toda duda razonable que la tradición hebrea está en lo correcto al trazar la descendencia de los patriarcas directamente desde, el Valle de Balikh en la Mesopotamia nor-occidental.” La evidencia está basada en la coincidencia de los hallazgos bíblicos y arqueológicos que trazan el movimiento de estos pueblos saliendo de la tierra de Mesopotamia. 67/2
2E. Según las Escrituras, “Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras” (Génesis 11:1) antes de la Torre de Babel. Después de la construcción de la torre y de su destrucción, Dios confundió la lengua de toda la tierra (Génesis 11:9). Muchos filólogos modernos dan fe de la posibilidad de un origen tal para los idiomas del mundo. Alfredo Trombetti dice que él puede trazar y probar el origen común de todos los idiomas. Max Mueller también da fe del origen común. Y Otto Jespersen va tan lejos como para decir que el idioma fue dado a los primeros hombres directamente por Dios.

La prueba bibliográfica de la confiabilidad del Nuevo Testamento.
La prueba bibliográfica consiste en un examen de la transmisión textual por medio de la cual llegaron hasta nosotros los documentos. En otras palabras, no teniendo los documentos originales, ¿cuán de confiar son las copias que tenemos en relación con el número de manuscritos y el intervalo de tiempo entre el original y las copias en existencia? 34/26

 LOS ERUDITOS TESTIFICAN DE LA AUTORIDAD DE LOS MANUSCRITOS:
Ezra Abbot, miembro del Comité de la Revisión Americana, escribió respecto de las distintas lecturas en sus Critical Essays (Ensayos críticos): “El número de ‘lecturas diferentes’ asusta a algunas personas inocentes, y es uno de los puntos más destacados en los escritos de los más ignorantes incrédulos en el cristianismo.’¡Ciento cincuenta mil diferencias de lectura!’ ¿No bastan todas estas para hacer que el texto entero del Nuevo Testamento sea incierto, y para destruir de esta manera el fundamento de nuestra fe?
“La verdad del caso es más o menos de este modo. De las ciento cincuenta mil lecturas diferentes, más o menos, del texto del Nuevo Testamento griego, podemos, como lo ha hecho notar el Sr. Norton, desechar diecinueve vigésimos tras una primera consideración, por ser obviamente de un carácter tal, o apoyados por una tan pequeña autoridad, que ningún crítico les consideraría el derecho de reclamar su aceptación. Esto nos deja, digamos, unas siete mil quinientas. Pero de éstas, una vez más, aparecerá al examinarlas que diecinueve de veinte son de tal naturaleza que no afectan el sentido; están relacionadas con asuntos ortográficos, o con la construcción gramatical, o con el orden de las palabras, o con otros asuntos tales como los ya mencionados, al hablar de variaciones sin importancia.
“Afectan únicamente la forma de expresión, no el significado esencial. Esto reduce el número a tal vez unas cuatrocientas que implican una diferencia de significado, el que a menudo es muy leve, o la omisión o añadido de unas pocas palabras, lo que es suficiente para hacerles objeto de la curiosidad y del interés, mientras que unos pocos casos excepcionales entre ellos podrían considerarse relativamente importantes. Pero nuestras ayudas críticas son ahora tan abundantes que en la mayoría de los casos de divergencia de lectura estamos en condiciones de determinar cuál es el texto verdadero con un muy buen grado de confianza. En todos los escritos antiguos existen pasajes en los cuales el texto no puede precisarse con seguridad; y lo mismo es cierto de la interpretación.” 30/4
Philip Schaff en Comparison to the Greek Testament and the English Version llega a la conclusión de que solamente 400 de las 150.000 implican duda respecto del significado textual, y que solamente 50 de éstas eran realmente de gran significado. Ninguna de las variantes, dice Schaff, altera “algún artículo de fe o precepto del deber que no esté abundantemente respaldado por otros pasajes de los cuales no hay duda, o por el tenor completo de la enseñanza escritural.” 42/177
Benjamin Warfield en Introduction to Textual Criticism of the New Testament cita la opinión de Ezra Abbot respecto de los diecinueve vigésimos de las variantes de lectura del Nuevo Testamento diciendo: “tienen muy escasa base, aun cuando son lecturas diferentes; y diecinueve vigésimos del resto son de tan poca importancia que su adopción o rechazo no causaría diferencia apreciable en el sentido de los pasajes en que ocurren.” 54/14
Geisler y Nix hacen el siguiente comentario respecto de cómo se cuentan las variantes textuales: “Existe ambigüedad al decir que hay unas 200.000 variantes en los manuscritos existentes del Nuevo Testamento, puesto que éstas representan únicamente 10.000 lugares en el Nuevo Testamento. Si una sola palabra es mal escrita en 3.000 manuscritos diferentes, esto se considera como 3.000 variantes o lecturas.” 14/361
Fenton John Anthony Hort, que ha trabajado toda su vida con los manuscritos y que es aceptado comúnmente como un guía aproximado, dice: “La proporción de palabras que están virtualmente aceptadas como exentas de toda duda es muy grande, no menor, en un cálculo aproximado, a los siete octavos del total. Por consiguiente, el octavo restante, que está formado en su mayor parte por cambios de orden y por otras trivialidades comparativas, constituye la zona a la cual dedica su atención la crítica.
“Si los principios seguidos en esta edición son ciertos, esta zona puede llegar a reducirse grandemente. Reconociendo en todo lo que vale el deber de abstenerse de hacer decisiones perentorias en casos en donde la evidencia deja el juicio en suspenso entre dos o más lecturas, hallamos que, colocando a un lado las diferencias de ortografía, las palabras que en nuestra opinión todavía quedan sujetas a la duda, forman únicamente alrededor de un dieciseisavo de todo el Nuevo Testamento. En esta segunda estimación, la proporción de variaciones comparativamente triviales es aun mucho mayor que en la primera; de modo que lo que puede llamarse de alguna manera una variación substancial es nada más que una pequeña fracción de toda la variación restante, y difícilmente formaría más de una milésima parte del texto entero.” 22/2
Geisler y Nix dicen con respecto a las anteriores observaciones de Hort que, “solamente alrededor de una octava parte de todas las variantes tenía algún peso, ya que la mayoría de ellas son asuntos meramente mecánicos tal como de deletreo o de estilo. Del total, entonces, solamente alrededor de un sesentavo no significa más que ‘trivialidades,’ o puede con alguna razón llamarse ‘variaciones substanciales.’ Matemáticamente, esto significaría que el texto es puro en un 98.33 por ciento.” 14/365
Warfield declara valientemente que los hechos muestran que la mayor parte del Nuevo Testamento “nos ha sido transmitido sin, o casi sin, variaciones: y aun en la forma más corrupta en la cual ha aparecido, para usar las frecuentemente repetidas palabras de Richard Bentley, ‘el verdadero texto de los escritores sagrados es competentemente exacto; . .. ni siquiera un precepto moral o artículo de fe ha sido pervertido o se ha perdido .. . no importa cuan descuidadamente usted escoja, aun si escoge lo que es peor en diseño, de todo el cúmulo de lecturas.”  Schaff cita a Tregelles y a Scrivener: “Poseemos tantos manuscritos, y tenemos la ayuda de tantas versiones, que nunca se nos deja frente a la necesidad de conjeturar respecto de los medios de remover erratas. (Tregelles, Greek New Testament, “Prolegómena; “ P.X.)
`Muy lejos está,’ dice Scrivener, ‘la abundancia de nuestros recursos de causar duda o perplejidad al genuino estudiante de la Santa Escritura. Mas bien esto le conduce a reconocer más ampliamente su integridad general en medio de las variantes parciales. ¿Qué daría el atento lector de Esquilo por tener una guía semejante a través de las obscuridades que ponen a prueba su paciencia y que perjudican su disfrute de aquel sublime poeta?’” 42/182
F. F. Bruce en The Books and the Parchments escribe que, si no hay evidencia textual objetiva a disposición para corregir un error obvio, entonces “el crítico textual debe obligadamente emplear el arte de enmienda por conjetura -arte que demanda la más severa auto disciplina. La enmienda debe recomendarse a sí misma como obviamente correcta, y debe dar explicaciones acerca de la manera en que se introdujo la corrupción. En otras palabras, debe ser ‘intrínsecamente probable’ y ‘transcripcionalmente probable.’ Es dudoso que haya alguna lectura en el Nuevo Testamento que requiera ser enmendada por conjetura. La riqueza de testimonio es tanta que la verdadera lectura casi invariablemente tiene que haber sido preservada al menos por uno de los miles de testigos.” 6/179, 180
El hecho de que los errores textuales no perjudican a la doctrina ha sido enfáticamente establecido por Sir Frederick Kenyon (una de las grandes autoridades en el campo de la crítica textual del Nuevo Testamento): “Una palabra de prevención, a la que ya se ha hecho referencia, debe enfatizarse para concluir. Ninguna doctrina fundamental de la fe cristiana descansa sobre una lectura en disputa. Referencias constantes a errores y divergencias de lectura, semejantes a las que son necesarias en el plan de este libro, podrían dar origen a la duda de si la substancia, lo mismo como el lenguaje de la Biblia, no estarían abiertos a la duda.
“Estamos en condiciones de afirmar con toda firmeza que, en substancia, el texto de la Biblia es veraz: Especialmente esto es cierto en el caso del Nuevo Testamento. El número de manuscritos del Nuevo Testamento, de antiguas traducciones del mismo, y de citas de él en los escritos más antiguos de los escritores de la Iglesia, es tan grande que es prácticamente seguro que la verdadera lectura de cualquier pasaje dudoso haya sido preservada en alguna de estas autoridades de la antigüedad. No puede decirse esto de ningún otro libro antiguo en el mundo.
“los eruditos están satisfechos de poseer substancialmente el texto verdadero de los principales escritores griegos y romanos cuyas obras han llegado hasta nosotros, tales como Sófocles, Tucídides, Cicerón y Virgilio; sin embargo, el conocimiento que tenemos de sus escritos depende de un mero puñado de manuscritos, mientras que los manuscritos del Nuevo Testamento se cuentan por cientos, y aun por miles.” 25/23
Benjamín Warfield dijo, “Si comparamos el estado presente del texto del Nuevo Testamento con el de cualquier otro escrito antiguo, debemos. . . declararlo maravillosamente correcto. Tal ha sido el cuidado con que ha sido copiado el Nuevo Testamento - cuidado que indudablemente ha nacido como producto de una genuina reverencia por sus santas palabras- ha sido la providencia de Dios al preservar para su Iglesia en cada una y en todas las épocas un texto competentemente exacto de las Escrituras, que no solamente es el Nuevo Testamento sin rival entre los antiguos escritos en cuanto a la pureza de su texto tal como ha sido transmitido actualmente y puesto en uso, sino que también en la abundancia de testimonio que ha llegado hasta nosotros a modo de compensación por sus comparativamente poco frecuentes fallas.” 54/12

EVIDENCIA MANUSCRITA DEL NUEVO TESTAMENTO
A.T. Robertson, el autor de la más completa gramática del Nuevo Testamento griego, escribió, “Existen unos 8.000 manuscritos de la Vulgata latina y cuando menos 1.000 de las otras versiones primitivas. Añádase a esto más de 4.000 (Bruce Metzger dice que ahora tenemos cerca de 5.000. 6/36) manuscritos griegos y tenemos 13.000 copias manuscritas de porciones del Nuevo Testamento. Además de todo esto, gran parte del Nuevo Testamento puede reproducirse a partir de las citas de los primitivos escritores cristianos.”
39/29
Bruce Metzger dice que: “De los aproximadamente 5.000 manuscritos griegos. . . contienen todo o parte del Nuevo Testamento. . .” 33/36
John Warwick Montgomery dice que, “el manifestarse escéptico del texto resultante del Nuevo Testamento es hacer que toda la antigüedad clásica quede condenada a la oscuridad, pues ningún documento del período antiguo está tan bien respaldado bibliográficamente como el Nuevo Testamento. 34/29
Sir Frederic G. Kenyon, quien fue director y principal bibliotecario del Museo Británico y cuya autoridad no fue sobrepasada por nadie para hacer declaraciones referentes a manuscritos, dice, “. . . además del número, los manuscritos del Nuevo Testamento difieren de los de autores clásicos, y esta vez la diferencia significa una clara ganancia. En ningún otro caso hay un intervalo de tiempo tan corto entre la composición del libro y la fecha del más antiguo manuscrito existente, como en el caso del Nuevo Testamento. Los libros del Nuevo Testamento fueron escritos a fines del primer siglo; los más antiguos manuscritos existentes (exceptuando los fragmentos de menor importancia) son del
siglo cuarto - digamos de 250 a 300 años más tarde.
“Esto puede parecer un intervalo considerable, pero es nada si se le compara con la mayoría de los grandes autores clásicos y los más antiguos manuscritos de sus obras. Creemos que tenemos en lo esencial un texto correcto de las siete obras existentes de Sófocles; sin embargo, el más antiguo manuscrito substancial sobre el cual está basado fue escrito más de 1400 años después de la muerte del poeta.” 24/4
Kenyon continúa en The Bible and Archaeology: “Entonces el intervalo entre las fechas de la composición original y la más antigua evidencia existente llega a ser tan pequeño que resulta en efecto despreciable, y el último fundamento para cualquier duda de que las Escrituras hayan llegado hasta nosotros substancialmente como fueron escritas ha sido quitado. Tanto la autenticidad como la integridad general de los libros del Nuevo Testamento debe ser considerada como establecida definitivamente.” 56/288

EVIDENCIA MANUSCRITA DEL NUEVO TESTAMENTO COMPARADA CON OTROS AUTORES Y OBRAS DE LA ANTIGÜEDAD
El gran erudito F.F. Bruce, en The New Testament Documents, pinta vívidamente la comparación entre el Nuevo Testamento y los escritos históricos antiguos: “Tal vez podamos apreciar la riqueza del Nuevo Testamento en cuanto a testimonio manuscrito si comparamos el material textual para obras de la antigüedad histórica. Para las Guerras de las Galias, de César, (compuesta entre los años 58 y 50 A.C.) hay varios manuscritos en existencia, pero únicamente nueve o diez son buenos, y el más antiguo es de unos 900 años posterior a César. De los 142 libros de la historia romana de Livio (59 A.C. 17 D.C.), solamente sobreviven 35; éstos han llegado hasta nuestro conocimiento a través de no más de 20 manuscritos de alguna importancia, solo uno de los cuales, y que contiene fragmentos de los libros III-VI, tiene una antigüedad que llega al siglo cuarto. De los 14 libros de las Historias de Tácito (100 D.C.) sobreviven solamente cuatro y medio; de los  libros de sus Anales, sobreviven 10 completos y dos en parte. El texto de estas porciones existentes de sus dos grandes obras históricas depende enteramente de dos manuscritos, uno del siglo noveno y otro del undécimo.
“Los manuscritos existentes de sus obras menores (Dialogus de Oratoribus, Agrícola, Germania) descienden todos de un códice del siglo décimo. La Historia de Tucídides (460-400 A.C.) ha llegado hasta nosotros a través de ocho manuscritos, el más antiguo de los cuales pertenece al 900 D.C., y unos pocos fragmentos de papiro, pertenecientes a alrededor de comienzos de la era cristiana. Lo mismo es cierto respecto de la Historia de Heródoto (488-428 A.C.). Sin embargo, ningún erudito clásico prestaría atención a un argumento de que la autenticidad de Heródoto o de Tucídides está en duda por cuanto los más antiguos manuscritos de sus obras que son de alguna utilidad para nosotros son de más de 1.300 años después que los originales.”

CONFIABILIDAD DE LOS MANUSCRITOS APOYADA POR LOS ERUDITOS DE LA IGLESIA PRIMITIVA
La Enciclopedia Británica dice: “Cuando el erudito textual ha examinado los manuscritos y las versiones, todavía no ha agotado la evidencia en lo que al texto del Nuevo Testamento se refiere. Los escritos de los padres de la iglesia primitiva reflejan a menudo una forma de texto que difiere de la que se encuentra en uno a otro de los manuscritos. En algunos casos estos escritos representan el único acceso a las tradiciones textuales que hace ya mucho tiempo desaparecieron; por consiguiente, su testimonio con relación al texto, especialmente cuando corrobora las lecturas que vienen de otras fuentes, pertenece a la clase de testimonio que los críticos textuales deben consultar antes de formar sus conclusiones.” 12/579
J. Harold Greenlee dice que las citas de la Escritura en las obras de los primitivos escritores cristianos “son tan extensivas que el N. T. podría virtualmente ser reconstruido a partir de ellas sin el use de los manuscritos del Nuevo Testamento.” 19/54
Bruce Metzger reitera lo anterior, en referencia a las citas en los comentarios, sermones, etc., diciendo que “En verdad, son tan extensivas estas citas que si todas las fuentes de nuestro conocimiento del Nuevo Testamento fuesen destruidas, éstas serían suficientes por sí solas para reconstruir prácticamente todo el Nuevo Testamento.” 33/86
Geisler y Nix declaran que “las citas son tan numerosas y amplias que si no hubiera manuscritos del Nuevo Testamento en existencia, el Nuevo Testamento podría reproducirse a partir de los escritos de los padres primitivos solamente.” 14/357
Geisler y Nix hacen un resumen total cuando relatan en General Introduction to the Bible que Sir David Dabrymple (Charles Leach, Our Bible: How We Got It, pp. 35-36) estaba comentando maravillado la preponderancia de la Escritura en los escritos de los primeros tiempos cuando alguien lo preguntó, “Supongamos que el Nuevo Testamento hubiese sido destruido, y para fines del tercer siglo se hubiesen perdido todas las copias, ¿podría haber sido reconstruido basándose en los escritos de los Padres de los siglos segundo y tercero?”
Después de un gran trabajo de investigación, Dabrymple concluyó:
“Miren esos libros. ¿Recuerdan la pregunta referente al Nuevo Testamento y los Padres? Esa pregunta despertó mi curiosidad, y como yo poseía todas la obras existentes de los Padres del  segundo y tercer siglos, comencé a escudriñar, y hasta el momento he hallado todo el Nuevo Testamento, con la excepción de once versículos.


Evidencias que Exigen un Veredicto, Josh McDowell. 

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